viernes, 18 de enero de 2013

De como enamorarse y perder en el intento


Era su primer día  llego apurada, con el cabello suelto y desordenado, la camisa abierta y la corbata desatada, todos voltearon a verla pero nadie le presto atención, a decir verdad, yo tampoco, solo lo recuerdo porque me pareció de mal gusto.

(...)

Pasaron tres semanas exactas en las que yo, si darme cuenta esperaba oír mi nombre para acercarme con motivos y no ser tan obvio. Eran épocas neblinosas, llenas de confusión y discusiones, desilusiones y huidas de mi mismo, épocas de cigarrillos interminables y tragos cortos, esas en las que uno se cuestiona que esta haciendo con su vida y justo ahí llego ella, para completar mis citas, adivinar mis pensamientos y escribir poesía. Me gustaba. me gustaba mucho, la forma en que se sonrojaba cuando le hacia cumplidos al oído  la forma en que desviaba la mirada cuando yo intentaba descubrir sus misterios y en especial la forma en la que me devolvía la mirada, y me hacia comprender que llevaba ventaja sobre mi.

Paso algún tiempo mas hasta la noche en que se lo dije, la invite a por un trago, y ella no se negó  nos sentamos en la barra del bar y ella pidió un cosmo, yo pedí un martini y brindamos, por las peleas, por los romances y los desamores; por Calamaro; por Sabina; por la amistad; por estar solos. Aquella noche utilice esa armadura que te da el alcohol cuando no sabes como decir las cosas y cuando hubo un silencio lo dije sin pensarlo "me gustas" y ella me miro esbozando una sonrisa y mirando hacia el suelo. Quería oír una respuesta, se lo repetí y agregue un "mucho" al final y ella guardo silencio, su cara estaba escarlata, casi del liquido que reposaba en su copa.

(...)

Una de las mananas mas frías del invierno la vi llegar apurada, tenia muchas cosas en las manos y me quede parado en la puerta para cruzarme con ella, pero el plan resulto aun mejor, se tropezó y yo me acerque a ayudarla, me miro desconcertada y tomo mis manos para levantarse del suelo, su cara estaba mas roja que la ultima vez que se avergonzó por mi culpa. Me sonrió y me pregunto si quería tomarme un café con ella, parecía radiante, aunque aun estaba algo sonrojada, yo no le conteste, me merecía un silencio. insistió  "yo invito, vamos" y me jalo de la mano que yo no le había soltado, no podía decirle que no y camine en silencio. -que te gusta?- pregunto. -El café expresso o el americano- le conteste. -eso es sombrío y común  porque no tomamos un milshake de fresitas?- me dijo sonriente. -hace frío  estas loca- le dije. -no importa. acaso nunca te tomaste algo helado hasta que se te congelo el cerebro?-dijo estallando de risa. -pues no.-conteste. -pues que aburrido.- me dijo. -esta bien, lo que quieras.- le dije rendido.

Se sentó enfrente de mi con la camisa abierta y la corbata sin nudo, y me sonrió, -que te gusta?-, -me gustas tu-. se puso roja otra vez y luego su mirada oscureció: -tienes novia.-dijo. me había ganado con los hechos, era verdad. -y no creo que a ella e agrade mucho la idea.-agrego. me quede en silencio y le dije que estaba bien lo que ella escogiera. llamo al mesero y ordeno sin abrir la carta, luego todo quedo en silencio hasta que ella lo interrumpió, -lo siento, no debí mencionar a tu novia.- dijo en tono bajo. -ya lo hiciste, fue golpe bajo.- conteste sin darle importancia aunque molesto.

(...)

"Me amas" me susurro al oído y yo la mire por el rabillo de los ojos y sonreí, "y lo sabes", recalco. Pude ver como sus pómulos tomaban una coloración escarlata, esa que tanto me gustaba, ella se alejo arreglándose el cabello y me dejo con un beso atascado entre mi lengua y mis labios y un "si" que enterré entre mis silencios.

Si quizá la amo y es ese el motivo por el cual siento mariposas en la panza cuando me besa en la mejilla o me abraza cuando me saluda, quizá es ese el motivo por lo cual quiero caminar con ella de la mano, aunque no debería  pero que puedo hacer, si se que le pasa igual a ella, aunque ella no lo demuestre.

También se que ama, aunque, quizá, y solo quizá, aun no lo sepa.